miércoles, julio 04, 2007

Quietud matinal de Julio.


En este despertar almendrado pretendo desperezar mi ilusión para que vuele, un rato, por este mundo ocre.

Se ha ido la inestabilidad del sueño multicolor para dejarme abandonada en el regazo de una mañana tan sòlida como una nuez. No hay nubes, nada raro en esta ciudad, el cielo se torna un poco más azul y la brisa un poco más cálida. Las lágrimas se secan y caen las lagañas. Un coche pasa, un estruendo permanece en mis oídos; desaparece.

Es demasiado temprano para dejarme llevar por mis pensamientos intelectualoides y comenzar divagaciones inestables.

Un café, un hotcake; eso sí.

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