miércoles, marzo 23, 2011


Sin la naturaleza prohibida inherente al ser humano ¿Qué nos quedaría a la humanidad? Solo el sol sin su calor; el mar sin su fura; las rocas sin su aspera dureza. No podríamos hacer nada con las herramientas que nos da la naturaleza pues el motivo que nos guía es siempre el propio placer, sin éste que nos empuje día con día se pierde el sabor de la miel en un hot cake y el jugo de naranja se destiñe ante nuestros ojos.
Es por ello que no reniego de mi naturaleza. Disfruto de las pequeñas cosas de la vida, pues las cosas grandes el propio género humano las empequeñece.

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